martes, 26 de enero de 2010

interior




penumbra sigilosa, cajón donde se resguarda la nave del frío y del calor, del ruido, de la luz, de la voz. visión de la ballena que iguala la envergadura de un edificio de seis pisos; donde las rampas que te acercan dejan casi tocar la piel del casco, sus arrugas, la materialidad de ultratumba viviente que rodea su atmósfera; de respirar dentro de su bodega, escotillas, sollado y admirar desde la cubierta el espectáculo.


aquí sientes que un barco rescatado de las aguas del puerto de estocolmo después de tres siglos es tiempo en bruto, ahora, ante tu vista.


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