viernes, 19 de marzo de 2010

al sur




escampa la llovizna y vuelve el sol poco antes de salir de la estación. vuelve también el cobre y el amarillo a subir a los árboles y a los muros, al aire y los rastrojos que levanta el tráfico cuando bordeamos el agua, subidos en el safflebussen en la autovía de salida de la ciudad. tiempo brillante de otoño detenido y pasado en la piel y en los ojos para el próximo invierno.


ocupamos asientos contiguos junto al conductor y vemos venir la cinta negra de la carretera hacia nosotros. además de asientos reservados para mujeres embarazadas, los hay para personas que padecen alergia a materiales como el fieltro o el plástico. por eso están reservados en la parte delantera del autobús.


la ruta es rectilínea en muchos tramos, una llanura verde, ancha, que no termina con la velocidad, sin árboles apenas. solo la extensión verde y horizontal, inmensa, desnuda de vegetación y sin reclamo publicitario alguno. se descansa la vista hasta el aburrimiento. muy de vez en cuando, una casa roja o de color castaño, alguna granja al fondo rompe la línea continua.


dormimos algún tramo y al despertar la carretera sigue llegando hacia nostros lisa, sin notas dominantes. compartimos el viaje con chavales jóvenes en su mayoría. parejas, algún grupo. ellos sí duermen, es la mejor manera de pasar 200 kilómetros de país verde, interior, sin lagos ni ríos. la luz del sol va perdiendo fuerza, decae frente al cristal del conductor que nos lleva a lidköping.


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