seguir la raya de la costa, dejar atrás el puerto de le havre y su huella enorme, aceitosa y gris de residuos al mar. subir. se ve cambiar el color de la tierra, fango oscuro. atravesar durante más de dos horas una extensión llena de agua, penínsulas, islas como el musgo que se pierden de vista. dormir.
ahora voy con m. en el avión. nos hemos encontrado en bruselas y seguimos el viaje juntos . me acompaña estos días a la ciudad y después, en una seguna etapa, al sur, a casa de c. donde nos alojaremos hasta la vuelta.
luz brillante. mediodía. volar bajo sobre el centro de la ciudad -islas unidas por puentes, carreteras; muelles, bosques, el color del mar y de las casas- y aterrizar en el aeropuerto de brömma, pequeño y destartalado. está en obras pero no se nota. me entero ahora de que es un edificio construido en 1936 por paul hedvqist que se conserva casi igual que entonces. no hay escaparates, ni exhibición de marcas, ni suelos brillantes. nada falta ni sobra.
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